¿La vida es una ilusión? ¿Qué es real? Es sin duda la pregunta que hoy por hoy todos nos hacemos, ante un mundo que no tiene sentido y nos causa temor.

Aquello que cada uno ve y percibe puede ser totalmente diferente pues en realidad es una interpretación.

Cada uno elige verlo a través de su lente. Una lente mira a través de la mente del ego, desde la individualidad conectada a la culpa, el miedo y el desamor y que verá siempre lo mismo, reflejado en cada evento de su vida. Otra es la posibilidad de ver con la mente conectada al interior.

La ciencia nos ha enseñado que todo lo que percibimos a nuestro alrededor es simplemente un cúmulo de partículas subatómicas vibrando a toda velocidad, dicha vibración es interpretada por nuestros 5 sentidos, la mente interpreta las vibraciones y es así que se crea la pantalla de nuestra realidad.

La ilusión del yo

La explicación anterior da como origen la ilusión del Yo del ego, de aquella conciencia individualizada que se cree hacedora y constructora de la vida. En realidad, la ilusión del Yo, parte de la ignorancia, parte de el apego al cuerpo y a su identificación con los sentidos.

De esta manera es que los seres humanos, bajo una conciencia de individualidad, perseguimos la quimera del placer. Buscamos en todo momento la satisfacción de los sentidos, asumimos que el cuerpo es único instrumento para encontrar eso que el alma sabe que corresponde, la dicha eterna.

El problema yace en que buscamos con un estado de conciencia equivocado, pensamos que esa dicha eterna llegará con la estimulacion sensorial.

La mayoría ignora que en realidad se está convirtiendo en víctima de una dualidad finita y limitada, no logramos ver que el placer, invariablemente viene acompañado del sufrimiento, ambos son dos caras de la misma moneda.

Para realmente encontrar la dicha del alma es preciso trascender la conciencia del Yo, debemos despertar de esta ilusión a la que nosotros nos hemos sometido.

La vida es una ilusion

Despertar de la ilusión y de la conciencia del Yo con Un Curso de Milagros

Un curso de milagros enseña este proceso. Enseña un método de autoestudio que brinda la posibilidad de observar al observador en el presente, o sea tu mismo; para hacerte responsable de que todo lo que ves tiene el significado que tu mismo le has dado. Que todo a lo que te aferras desde el mundo es tan irreal como él mismo, porque es efímero y pasajero. Que es un sueño en el que crees estar separado de Dios, de la totalidad, de la unidad en la que eres uno con todo, donde el miedo y la culpa, a causa del sueño, te hace crear más sueños de separación y ataque.

Lo indubitable y eterno es lo que está más allá de él, y es tu esencia y la única llave para despertar es el perdón. Uno que entiende que solo te juzgas o te perdonas a ti mismo, y que puedes elegir de nuevo y sanar tus relaciones.

Entender que el amor es la única respuesta, no como una emoción, sino como un estado de conciencia de “estar en el mundo” y de “verse a uno mismo y a los demás”, es comprender que lo que das es lo mismo que recibes, porque no hay diferencia entre el yo y el tu que percibes desde la separación en el mundo.

La más valiosa guía en este sueño que es el mundo, es el Espíritu Santo, entendiendo este como la voz que surge del interior y reconecta con la fuente, que esta en el interior del interior. La guía que conoce la verdad y reconforta y solo espera que la pidas y confíes.  

Un curso de milagros no es una religión ni es el único camino, pero si una gran herramienta para cambiar tu forma de ver y volver al amor.

Un despertar que trasciende lo personal por completo, al ser un estado de la mente que comprende estar fusionado con todo en una paz consistente, gozo consistente, felicidad consistente.

Tere Hernández

Conoce Un Curso de Milagros

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