La mente está dividida en tres partes: el ego, el Espíritu y la mente tomadora de decisiones. El ego ha ganado terreno en la mente tomadora de decisiones cuando esté comenzó a soñar que se había separado de su Creador, pues mediante una serie de estrategias elaboradas fue hundiendo entre ilusiones a la mente del Hijo de Dios.

Desde este punto podemos decir que cada cosa que percibes con los sentidos del cuerpo es una creación del ego para tratar de dar realidad a la separación, y hacernos sentir culpa y miedo.

El tiempo forma parte de las ilusiones del ego, y nos valemos del pasado para crear juicios de lo que vemos en el presente y adelantarnos a lo que pueda llegar en el futuro.

Pero ¿Qué tanto de lo que crees recordar del pasado es verdad? Muchas veces la percepción puede engañarnos, pues solo vemos lo que queremos ver y de ello nos quedamos con lo que más nos conviene, y ¿Qué pasaría si no nos conviene todo lo que percibimos? Bueno, tal vez desde el ego comenzamos a modificar la percepción para que esta se ajuste a nuestras necesidades.
¿Alguna vez te ha pasado que viste algo de un color y resultó ser de otro muy diferente? Puede aplicarse a un evento, a una forma, a una persona, etcétera.

No puedes confiar en lo que la falsa percepción del ego te dice para juzgar lo que ves, por qué es probable que te estés engañando y no te des cuenta. La diferencia de opiniones y los conflictos de cualquier índole nacen de este hecho.

Toma un momento para reflexionar que tanto de lo que recuerdas de algún hecho que te cause malestar es tal cual lo “recuerdas” y que tanto has modificado. Después déjalo en manos de quién realmente sabrá que hacer con ese falso recuerdo, el Espíritu Santo.

El pasado puede ser engañoso por qué es un lugar al que no puedes volver y observar otra vez lo que pasó, suelta el pasado y libérate. No emitas juicios, pues estos solo evocan eventos del pasado que probablemente no fueron como tú crees que fueron.

Pablo Mata
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