Tere Hernández. De “La Reconexión – Sana a otros; sánate a ti mismo”. Dr. Eric Pearl. a la luz de UCDM.

Todos tenemos la capacidad de ser portadores de sanación, todos podemos aprenderla. No es un don de unos pocos hombres o mujeres elegidos.

El papel del sanador, de las personas que nos dedicamos a la aplicación de terapias de sanación, es recordar que no somos sanadores, no curamos a nadie.

No son sus manos las que curan. No son sus voces las que pronuncian la Palabra de Dios. MM.5.III.2:8-9

Si somos personas que nos dedicamos a la aplicación de terapias de sanación o deseamos serlo, nuestra tarea consiste simplemente en escuchar y así abrirnos para recibir la energía que nos permite que seamos el catalizador para la sanación de otra persona, pero debemos recordar que la sanación es en realidad, una decisión acordada entre el paciente y el universo ( que para nosotros es el Espíritu Santo).

¿Quién es el médico entonces? La mente del propio paciente. MM.5.II.2:5-6

Como personas que nos dedicamos a esto, nos convertimos en un eslabón de la cadena. La energía de sanación viene de la fuente, fluye por dentro de nosotros, y a través de nosotros, emanando de nosotros y hacia nosotros, pero no es de nosotros.

Los Maestros de Dios van a estos pacientes representando otra alternativa que dichos pacientes habían olvidado… Con la Palabra de Dios en sus mentes, vienen como una bendición, no para curar a los enfermos sino para recordarles que hay un remedio que Dios les ha dado ya. MM.5.III.2:7

Cada vez que nos relacionamos con otra persona en unión con el Espíritu Santo, formamos una “triada divina”. Es la trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, ahí estoy Yo en medio de ellos. Mateo 18:20

Es la misma trinidad que celebramos en estas fechas a través de Jesús, María y José. De ellos nombramos a Jesús como el Salvador, María representa la Esperanza y la Caridad que hace posible que llegue la salvación al mundo y José el protector que se deja llevar en manos de Dios, al decir sí, en completa Fe y Aceptación.

Esta energía es como la luz que pasa a través de un prisma. Somos el prisma. Unimos al Paciente y al universo ( E.S.) para generar “un campo” mutuo de amor – en el sentido más amplio de la palabra – y un estado de unidad. “El universo” reconoce las necesidades de los pacientes, que proporcionan las circunstancias, para permitir la respuesta apropiada a esas necesidades: tres frecuencias pueden sincronizarse para formar una nueva que no estaba presente en el grupo original.

Solo somos una parte de la ecuación. La ecuación está formada por tres partes. El paciente, nosotros y Dios, y ocurren cosas más asombrosas. Esta ecuación se conoce a veces como el poder de Uno o el poder de tres.

Dios, Amor, Universo, Fuente, Creador, Luz, todas éstas son palabras que representan una misma cosa y se utilizan indistintamente (cada quien puede escoger el término que más le guste). Procuremos en cada sesión: Ser uno con nuestro paciente y curarnos a nosotros/as mismos.

Al haber aceptado la Expiación para sí mismo, también la ha aceptado para el

paciente. MM.6.1:5

Habrá ocasiones en las que nos culpemos por lo que inicialmente percibamos comofallos… Razonemos y aceptemos que, de la misma manera que sucede en las “sanaciones exitosas y/o espectaculares, no somos responsables de la percepción de “falta de sanación clara” ni de la que “tiene un éxito espectacular”. Somos un catalizador, un instrumento a la disposición del Universo (E.S.) para que éste actúesegún proceda…

¿Qué ocurre, sin embargo, cuando el paciente usa la enfermedad como una forma de vida, creyendo que la curación es el camino a la muerte? ..( )..Por su propio bien pues, la curación tiene que esperar. La curación se hará a un lado siempre que pueda percibirse como amenaza. MM.6.1:6.; 1:9; 2:1

El problema no está en la sanación, sino en la expectativa. Podemos vernos tentados a pensar que no todas las personas tienen una sanación; si así lo hacemos estaremos errados… Todas las personas reciben una sanación, aunque no necesariamente la que esperaban tener.

Cuando no sea claro que la “sanación” significa reconectar… lo que necesitamos comprender es que podría no siempre corresponder con lo que esperamos o pensamos que queremos.

No es su función juzgar cuándo debe entregarse un regalo. La función de los Maestros de Dios no es evaluar el resultado de sus regalos. Su función es simplemente darlos. MM.6.2:8; 3:1-2

Así es como las “personas que nos dedicamos a la aplicación de terapias de sanación”, debemos aceptar nuestro papel como conductores, y los pacientes deben aceptar su papel como receptores.

No pueden aprender directamente de la verdad, puesto que niegan haberse equivocado. Y así, tienen necesidad de un Maestro que pueda percibir su demencia, pero que pueda ver también más allá de la ilusión la simple verdad que mora en ellos. L.155.3:3

La labor del paciente consiste simplemente en estar disponible para estas energías

de sanación y aceptar lo que pase. Y algo pasará. Puede ser una sorpresa.

Me haré a un lado y dejaré que el Espíritu Santo me muestre el camino. L.155

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